¿Cómo sería el mundo si nadie tuviera miedo? ¿Si nos enseñaran que el miedo no es real? ¿Si en lugar de basar toda nuestra vida en tener que liberarnos del miedo, simplemente lo transformáramos en amor? Esta premisa que puede sonar romántica e idealista, es la fórmula para lograr la felicidad y la plenitud que todos queremos experimentar en nuestras vidas. Y, ¿cómo lograrlo? Podemos decir que se trata de observar los bloqueos, las creencias limitantes, los apegos y las carencias que a todos los seres humanos nos asaltan, nos paralizan y nos llenan de ansiedad, agresividad, angustia, ideas negativas, pensamientos de fracaso, temor, estrés y muchas otras sensaciones mentales, emocionales y físicas, que nos demuestran que estamos invadidos de miedo.
Luego, aceptar ese miedo, mirarlo de frente y asumirlo desde la conciencia, para finalmente reprogramar, no la mente, sino la memoria celular.Técnicas como la PNL (Programación Neurolingüística), la metafísica y la psicología, entre otras, buscan reprogramar la mente, cambiando pensamientos de angustia por pensamientos positivos. No obstante, seguimos viviendo experiencias del miedo, en cada esquina, en cada familia, en cada sociedad, en el interior de cada uno. Porque el miedo no es sólo el temor a algo concreto como una agresión, la enfermedad, la muerte, la soledad, la escasez…
El miedo es aquello que nos inmoviliza y nos hace creer que tenemos que defendernos de algo y luchar contra algo, es eso que nos hace creer que debemos ser mejores que otros y lograr y tener más, para “ser alguien” y ocupar un puesto dentro de la sociedad. El miedo es un cúmulo de programas de malestar, que nos impiden sentir y vivir en paz, con confianza, salud, abundancia, creatividad y productividad. Es aquello que se manifiesta como ira, rabia, envidia, inseguridad, dolor, depresión, tristeza, remordimiento y todo lo que nuestra voz interior -que es la voz de nuestro corazón y el lugar donde habita nuestra verdadera esencia- nos dice que “hay algo” que no nos permite sentirnos bien. Es ese desbalance que no está sintonizado con lo que pienso, digo, siento y hago.
Se ha demostrado que el dolor crónico y otros padecimientos físicos son causados por un sinfín de emociones destructivas reprimidas en la mente inconsciente, que realmente están en la célula, el verdadero “disco duro” del ser humano. Es decir, somatizamos en el cuerpo lo que no sabemos conscientemente que llevamos en el ADN. Ni sabemos que estos sentimientos los llevamos dentro y menos aún, que los hemos almacenado por eones de años. Estas emociones tienen sus raíces en nuestras memorias celulares y se activan de generación en generación.
El opuesto de lo que llamamos miedo es el amor. Y cuando hablamos de amor, tampoco nos referimos al sentimiento, a la pasión, a la posesión que hemos creído siempre que es lo que nos ata a una relación con alguien. El amor es realmente la naturaleza del ser, es la fuente, el origen de la creación. Y la forma de transformar el miedo en amor se logra al transformar las memorias limitantes almacenadas en nuestro ADN por el recuerdo de nuestro poder Divino. Así, estamos sanando toda nuestra existencia y la de nuestras futuras generaciones, sintonizándonos en la más alta frecuencia que existe: el Amor. Una nueva y poderosa herramienta llamada IRB ha demostrado ser la llave para entrar en ese misterioso y desconocido mundo interior para lograr esta transformación.