Hemos creído por muchos años, que la salud es estar libre de enfermedades y esto ha hecho que nos “preocupemos” de ir al médico, de tener siempre a la mano un botiquín, y de poder acceder a remedios o medicamentos que nos ayuden a “curar” las deficiencias que nuestro cuerpo físico presenta.
Es por eso que la medicina se volvió una ciencia “curativa”, cuando desde hace cientos de años, los grandes sabios hablaban de prevenir, en lugar de curar. Pero esto no pasa de ser un dicho, porque nuestra cultura se acostumbró tanto a la enfermedad, que siempre está pensando en cómo adquirir vacunas y medicamentos que le salven la vida. Porque es natural estar enfermos. Forma parte de la cotidianidad.
La salud no es sólo un fenómeno físico. Es apenas la dimensión más superficial de la que podemos hablar, cuando hablamos de salud. Teniendo en cuenta que la vida es un proceso, un camino, un transcurrir, una experiencia y que tiene inmerso en ella, el nacimiento y la muerte como parte de ese proceso, es vital comprender que el cuerpo físico es transitorio y muere siempre, esté sano o esté enfermo, siempre se acaba. Es finito. Sólo que puede vivir muchos más años de lo que ahora vive y no tiene por qué terminar deteriorado, pues es una decisión dejar el cuerpo físico, para seguir trascendiendo en dimensiones superiores.
Es por eso, que es tan importante que desde pequeños, nos acostumbremos a cuidar de todo nuestro ser, a nivel mental, emocional y espiritual, que es a la final lo que se refleja en nuestro físico, para que el día que la muerte llegue a nuestra vida, nuestro cuerpo la reciba sana, consciente y feliz, en lugar de con dolor, angustia y enfermedad. Para que esto ocurra, la salud no debe depender de factores externos, como en realidad nada en la vida debe hacerlo. Debe manifestarse en nuestro interior, en nuestra consciencia, porque la consciencia no conoce el nacimiento ni la muerte. Es eterna.
Vivir conscientes, nos lleva indefectiblemente a estar saludables y esto significa estar despiertos, estar en armonía, y estar en silencio y conectados permanentemente a nuestros Cuatro Pilares: El Amor, la Sabiduría, la Presencia y la Compasión. Esto implica estar atentos, sea lo que sea a lo que nos dediquemos; estar atentos y Presentes desde el Amor y el júbilo, sin crítica, ni juzgamientos, nos lleva al silencio latente del ritmo natural del Universo. Cuando nuestro ritmo está acorde con Universo, todo fluye en resonancia con la Perfección y ahí, no cabe la desarmonía, por lo tanto no cabe la enfermedad.
Es preciso vivir en estado de Gozo, para que la aceptación fluya. Para eso es vital tener activa nuestra capa 13, que pueda orquestar la sinfonía que somos. No somos un instrumento de la orquesta, somos la sinfonía resonante del Universo y es importante actuar desde esta responsabilidad, para no discordar con el resto. Es cuando nos desarmonizamos, que desentonamos con el poderoso flujo que nos permite estar saludables y en Paz. Cuando uno desentona, contagia al resto y la enfermedad se vuelve viral.
Antes de que la enfermedad se manifieste en el cuerpo físico, primero se manifiesta en el campo áurico. Todas nuestras emociones, tienen una personalidad y una vida y tanto los pensamientos como las emociones – que están íntimamente ligados -, tienen lo que llamados elementales y estos elementales son como animalitos vivos diminutos, que van “pegándose” en nuestros cuerpos sutiles y necesitan ser alimentados. ¿De que se alimentan? y necesitan ser alimentados. De qutales y estos elementales son como animalitos vivos diminutos, que van “derosé se alimentan? De lo mismo que los produjo, de una emoción similar. Por eso comienzan a llevarnos a producir pensamientos o situaciones que generen de esas mismas emociones que los crearon, para poderse alimentar, nutrir, crecer y fortalecerse. La energía que nos alimenta a través de nuestros cuerpos sutiles comienza a bloquearse, porque por donde viven ahora estos virus y bacterias “invisibles” a nuestros 5 sentidos, son bloqueos que no permiten la buena circulación o flujo energético de esta fuente que nutre nuestra armonía saludable. Y Ahí, justo por esa parte, el órgano al que le corresponde ser nutrido, comienza a deteriorarse, porque las células que lo componen, no tienen la suficiente fuerza y comienzan a oxidarse, hasta que nuestro órgano se descompone por completo y surge la enfermedad.
Desafortunadamente la medicina suple la función del órgano descompuesto, en lugar de transformar la causa que lo descompuso.
Esto nos lleva a comprender que tanto los pensamientos, que son a su vez los que causan nuestras emociones, son los principales causantes de que nuestro cuerpo físico se enferme. Si esto no se ha evitado y ya es un hecho, no nos queda más que hacer una desintoxicación áurica, para limpiar nuestros campos sutiles y el interior de nuestro organismo, de todas las larvas creadas por nosotros mismos. Y después de esto, retornar a la perfección de nuestro origen, activando de nuevo la sabiduría de nuestro ADN.
Nos han programado por años, que a medida que pasa el tiempo, envejecemos, que al envejecer enfermamos y que al enfermar morimos Y como esa es la creencia, es lo que vemos y experimentamos en nuestro diario vivir. Por eso es tan importante actuar de manera diferente y comenzar a creer que envejecer no es acumular años, sino no vivir de manera armónica con el flujo del universo. Claro que moriremos en algún momento, pero es vital, desligar la muerte de la enfermedad y del dolor. Esto acaba definitivamente con el miedo a la muerte y nos permite trascender nuestra existencia de manera vital y saludable.
Nuestras nuevas generaciones. Nuestros amados “Niños Índigo” pueden vivir más tiempo, más sanamente y sin envejecer. Todo esto es posible, y podemos hacerlo y mostrárselo al mundo. Sólo hay que comenzar ya, para poder romper definitivamente el paradigma.